Solidea tiene ocho años cuando a la salida del colegio se encuentra con Eduardo. Ella sólo es una niña mientras que Edoardo es un adolescente. La diferencia de edad entre ellos es una barrera que no se puede romper. Pero quince años más tarde, después de una desastrosa relación sentimental, Solidea vuelve a pensar en Eduardo, y ahora sólo hace falta teclear su nombre en el teclado del ordenador para volver a encontrarlo en Facebook. Empieza así una romántica aventura, una historia contada a dos voces, llena de golpes de escena e imprevistos.
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